miércoles, 20 de febrero de 2013

La Familia


Como tutor al árbol…
Si observamos a los productores trabajar la tierra y preparar las plantaciones, vemos cómo invierten tiempo, recursos y mucha paciencia en acompañar el crecimiento de sus plantas. En esa preparación, nunca les va a faltar el TUTOR.
Los tutores sirven para guiar y acompañar el desarrollo de las plantas, las mantienen derechas y ayudan a que crezcan erguidas. Los entendidos en el tema aseguran que este período de sujeción de las plantas debe hacerse en los primeros años de su vida y requiere sumo cuidado, ya que cualquier material que entre en contacto con el árbol puede dañarlo. En este proceso también es importante permitir un poco  de movimiento  en los sujetadores de las estacas, para que los árboles desarrollen raíces fuertes y soporten algo de viento por sí solos.  El tutor, entonces, irá aflojando la tensión a medida que el tronco crece.
¿Todos los tutores son iguales? Es curioso ver que existen infinidad de tutores distintos, tantos  como las necesidades de cada planta, aunque todos ellos cumplen con la misma función de protección, guía y cuidado.
De la firmeza y estabilidad de ese tutor, dependerá el futuro de esa planta. Y es tan importante el tutor como la base de suelo en la cual será plantada. Si la tierra no tiene los nutrientes necesarios para alimentar esa planta, entonces no producirá el efecto deseado. Si el clima no es el adecuado y el agua no está en la dosis necesaria, tampoco habrá crecimiento. El productor  tendrá  que cuidarla y, a medida que crece, podarla, carpir la tierra, sacar la maleza que nace a su alrededor para que no le coma los nutrientes.
En fin, dedicarle tiempo a la siembra, si quiere tener frutos. Y cada año, volver a comenzar.
A esta altura es fácil establecer la relación con lo que sucede en una familia. “La familia es al niño como el tutor al árbol”. Es quien lo acompaña en su crecimiento, quien lo sostiene, quien le da estabilidad, apoyo, contención, lo mantiene “derecho” y lo nutre.
El desafío es entonces ser en el crecimiento de nuestros hijos ese “tutor”, esa guía que desde los primeros momentos de la vida aprovecha su flexibilidad y maleabilidad para llevarlos por el mejor camino. Como en las plantas, hay algo anterior a todo esto: PREPARAR LA TIERRA, trabajarla y abonarla hasta tener la certeza de que será buena para sembrar. Y de ser así, tal vez haya granizo, sequía y tempestades, pero el tutor no dejará que la pequeña planta se rompa, y  si se cae, servirá para sujetarla aún más fuerte. Los niños son buena  tierra, y la familia, tutora por excelencia. Sembrará toda semilla que, en el tiempo indicado, dará su fruto.
Lo bueno es que podemos confiar en nuestra siembra y trabajar para que el fruto sea delicioso.

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