miércoles, 13 de marzo de 2019

¿Como educar en Igualdad? por Carmen P. Mulero en serPadres


Es cierto. Educar en la igualdad sigue siendo una difícil tarea en nuestra sociedad. Pese a que en todos (o en casi todos) los estamentos la palabra igualdad de género se ha hecho un hueco, en la práctica la educación que damos a nuestras hijas sigue difiriendo muchas veces de la que damos a nuestros hijos.
Para invertir esa tendencia y hacer posible una educación en igualdad, no solo las escuelas tienen un papel fundamental que desempeñar. También lo tiene la familia y la actitud que los padres adopten en el hogar.
Mejorar la educación en la igualdad desde las guarderías, los colegios, los institutos o las universidades requiere eliminar los prejuicios y las ideas preconcebidas. ¿Cómo?. Fomentando el pensamiento crítico entre los alumnos para que puedan hacer frente a determinadas generalizaciones en las que las chicas siempre salen perdiendo. En ese sentido, es importante que desde las aulas se haga incapié en que todos pueden hacer de todo. Esto significa enseñar a niños y niñas que pueden hacer todas las tareas dentro de sus posibilidades.
Otro gran reto al que se enfrentan los profesores para educar en la igualdad es el de evitar el acceso a los estímulos sexistas. Y es que a diario los niños están sometidos a un bombardeo continuo de estímulos, no todos ellos deseables. Para evitarlos, es importante impedir una sobreexposición a esos contenidos y desarrollar un sentimiento crítico para que puedan enfrentarse a ellos con sus propias ideas.
Usar el juego como una herramienta con la que educar en la igualdad, fomentando los juegos inclusivos, en los que los roles masculino y femenino no intervengan y los equipos mixtos es otra de las oposiciones de los docentes para que niños y niñas se vean como iguales y no los unos por encima de las otras.
Eso sí, la educación en la igualdad no es solo cosa de la escuela. También nos jugamos mucho en casa, donde tendremos que dar ejemplo apostando por un clima de equidad, por una atmósfera en la que las tareas domésticas no sean única y exclusivamente responsabilidad de mamá siendo de todos los miembros de la familia.
En este sentido, es también importante que nuestros hijos comprendan que no hay ni cosas de niños ni cosas de niñas. Todo puede ser un juguete para todos y en todos ellos habrá que tener en cuenta si sirven para su diversión y desarrollo. Nada más.
Por supuesto esto se extrapola a las emociones. Se acabó eso de que los hombres se enfadan pero no lloran. Enfadarse no es más masculino que llorar y llorar no es más femenino que la asertividad de explicar lo que se siente. Son todas emociones válidas y nuestros hijos tienen derecho a sentirlas y explicarlas.
A simple vista cambiar esa forma de entender el papel de cada uno en la familia puede parecer una tarea titánica para aquellas unidades familiares que lo hayan puesto en práctica, pero desde aquí les animamos a hacerlo para que sus hijos, ahora pequeños, puedan ser en un futuro adultos que se respeten y se miren como seres iguales con derechos a las mismas oportunidades.

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