Como
tutor al árbol…
Si observamos a los productores
trabajar la tierra y preparar las plantaciones, vemos cómo invierten tiempo,
recursos y mucha paciencia en acompañar el crecimiento de sus plantas. En esa
preparación, nunca les va a faltar el TUTOR.
Los tutores sirven para guiar y
acompañar el desarrollo de las plantas, las mantienen derechas y ayudan a que
crezcan erguidas. Los entendidos en el tema aseguran que este período de
sujeción de las plantas debe hacerse en los primeros años de su vida y requiere
sumo cuidado, ya que cualquier material que entre en contacto con el árbol
puede dañarlo. En este proceso también es importante permitir un poco de movimiento
en los sujetadores de las estacas, para que los árboles desarrollen
raíces fuertes y soporten algo de viento por sí solos. El tutor, entonces, irá aflojando la tensión
a medida que el tronco crece.
¿Todos los tutores son iguales? Es
curioso ver que existen infinidad de tutores distintos, tantos como las necesidades de cada planta, aunque
todos ellos cumplen con la misma función de protección, guía y cuidado.
De la firmeza y estabilidad de ese
tutor, dependerá el futuro de esa planta. Y es tan importante el tutor como la
base de suelo en la cual será plantada. Si la tierra no tiene los nutrientes
necesarios para alimentar esa planta, entonces no producirá el efecto deseado.
Si el clima no es el adecuado y el agua no está en la dosis necesaria, tampoco
habrá crecimiento. El productor tendrá que cuidarla y, a medida que crece, podarla,
carpir la tierra, sacar la maleza que nace a su alrededor para que no le coma
los nutrientes.
En fin, dedicarle tiempo a la siembra,
si quiere tener frutos. Y cada año, volver a comenzar.
A esta altura es fácil establecer la
relación con lo que sucede en una familia. “La familia es al niño como el tutor
al árbol”. Es quien lo acompaña en su crecimiento, quien lo sostiene, quien le
da estabilidad, apoyo, contención, lo mantiene “derecho” y lo nutre.
El desafío es entonces ser en el
crecimiento de nuestros hijos ese “tutor”, esa guía que desde los primeros
momentos de la vida aprovecha su flexibilidad y maleabilidad para llevarlos por
el mejor camino. Como en las plantas, hay algo anterior a todo esto: PREPARAR
LA TIERRA, trabajarla y abonarla hasta tener la certeza de que será buena para
sembrar. Y de ser así, tal vez haya granizo, sequía y tempestades, pero el
tutor no dejará que la pequeña planta se rompa, y si se cae, servirá para sujetarla aún más
fuerte. Los niños son buena tierra, y la
familia, tutora por excelencia. Sembrará toda semilla que, en el tiempo
indicado, dará su fruto.
Lo bueno es que podemos confiar en
nuestra siembra y trabajar para que el fruto
sea delicioso.